Envejecimiento



El desarrollo de la humanidad, los adelantos médicos y socio-sanitarios, han impactado en la expectativa de vida a nivel mundial. Así la esperanza de vida al nacer se ha incrementado en 20 años desde 1950 y se prevé que para 2050 haya aumentado 10 años más. Según las proyecciones, las personas de más de 60 años serán en 2050 casi la tercera parte de la población mundial: 2.000 millones de individuos.

La combinación de los bajos índices de fecundidad y natalidad con los altos índices de longevidad,
provocan lo que se llama en demografía el “envejecimiento poblacional”. Argentina muestra signos de envejecimiento desde 1970 y es uno de los países más envejecidos de Latinoamérica junto con Chile y Brasil.


ENVEJECIMIENTO, FRAGILIZACIÓN Y SALUD FUNCIONAL
 
En primer lugar, es importante aclarar que el envejecimiento poblacional del que venimos hablando no debe causar alarmas, porque se trata de uno de los mayores logros humanos. 
El envejecimiento es un proceso natural de la vida, es la consecuencia de ir cumpliendo años, del paso del tiempo en los seres vivos. Para comprender las transformaciones de esta etapa, es muy importante definir y entender el concepto de fragilización.

La fragilización es un proceso personal de afectación de los aspectos fisiológicos y neuro-sensoriales, vinculado al avance de la edad, independiente en su aparición, pero no en su evolución, del contexto social.
Le ocurre a todas las personas que tienen el éxito vital de envejecer. Es decir, todas las personas que llegan y superan la sexta década comienzan a atravesar un proceso de fragilización. Y está demostrado que serán frágiles alrededor de la octava década de su vida (desde la experiencia y los conocimientos actuales), aunque esto no signifique obligadamente entrar en una etapa de dependencia funcional.

Ahora bien, el envejecimiento es una etapa que las personas suelen afrontar con más tiempo libre, pues probablemente han finalizado las tareas que los ocuparon durante años. Por lo tanto, es una etapa que se presenta como una oportunidad para poder hacer eso que siempre quisieron hacer y seguir participando de
forma activa y saludable en la vida social y familiar.

Se considera que una persona goza de salud funcional cuando puede sostener su autonomía para desempeñar las actividades de la vida cotidiana y funcionar en sociedad. Las actividades de la vida diaria son las actividades que los seres humanos hacemos para autocuidarnos, interactuar con los demás y el entorno y alcanzar un desarrollo personal satisfactorio.


 Se dividen según su complejidad en:
• ABVD- Actividades básicas de la vida diaria: son aquellas que hacen referencia al
autocuidado y a la movilidad (trasladarse, alimentarse, vestirse, asearse, etc.)
• AIVD - Actividades instrumentales de la vida diaria: las realizamos para interactuar
con nuestro entorno más inmediato (cuidado de la casa, preparación de alimentos, manejo
de dinero, uso de transportes, etc.)
• AAVD - Actividades avanzadas de la vida diaria: son las actividades especialmente
complejas, que exigen un alto rango de funcionamiento (actividades físicas, sociales,
educativas, de representación, etc.)




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