SOCIEDADES PARTIDAS La globalización divide la sociedad en dos grupos Por Pablo Chena




Uno de ellos está al servicio del capital trasnacional globalizado, mientras que el otro se conforma por el bloque nacional integrado por los sectores excluidos. La lógica polarizante impacta sobre la cohesión social.
Hace 43 años, el economista chileno Osvaldo Sunkel publicaba un texto que tituló sugestivamente: "Capitalismo transnacional y desintegración nacional en América Latina". En ese trabajo el autor alertaba sobre los riesgos que tenía para las economías periféricas, la globalización industrial y financiera liderada por grandes conglomerados de empresas transnacionales surgidos en los países centrales a comienzos del siglo XX. Para Sunkel, el nuevo esquema de producción integrado verticalmente en empresas transnacionales aumentaba la dependencia financiera, comercial y tecnológica de los países periféricos, ya que las unidades de planificación central de estos grandes conglomerados se encontraban (y se encuentran) en los países desarrollados. Lugar desde donde toman sus decisiones globales de inversión y producción en base a una estrategia de maximización de ganancias con tres grandes objetivos explícitos: diversificar el riesgo, minimizar costos y concentrar el poder financiero. Sunkel se da cuenta que en el contexto global resulta cada vez más inverosímil e irreal asimilar el concepto de economía con el de Nación, ya que, al tiempo que los países pierden soberanía en sus decisiones económicas en manos de las transnacionales y los organismos internacionales, sus sociedades se polarizan internamente en dos grupos cada vez más diferenciables entre sí. En uno extremo, el
liderado por el capital transnacional globalizado en el que sus integrantes, si bien se ubican geográficamente en países diferentes, están estrechamente ligados entre sí por
la cultura global, los intereses económicos que defienden, el estilo de vida, sus  consumos internacionalizados y sus elevados ingresos. Mientras que en el otro extremo aparece el bloque al que podríamos llamar Nacional, integrado por grupos sociales total o parcialmente excluidos de este sistema global, con niveles de ingreso significativamente menores, que viven del mercado interno y están relativamente aislados de grupos similares existentes en otras regiones.

En términos poblacionales, ambos bloques tienen importancia muy diferente en los países centrales y en los periféricos. En forma simplificada, Sunkel estima que en el mundo desarrollado, los sectores del bloque de interés global pueden comprender hasta dos tercios de la población total. Ese grupo está integrado por tecnócratas,propietarios de recursos naturales, rentistas financieros, ciertas capas medias profesionales, empresas vinculadas directa e indirectamente a las multinacionales, empresas con poder de monopolio y trabajadores de jerarquías medias y altas. El tercio restante está excluido de ese círculo de consumo-ingreso.
Estas proporciones se invierten en los países periféricos. En este caso, el bloque Nacional, integrado por los trabajadores, las pymes, las clases medias originadas alrededor del Estado y los sectores populares alcanza a los dos tercios de la población. Mientras que los grupos sociales que representan al bloque de intereses globales incorpora sólo un tercio de la misma. Esta lógica polarizante surge como consecuencia de que el sector globalizado usa el poder de monopolio que detenta a nivel local e internacional para apropiarse del excedente económico que se genera en la esfera nacional. En otras palabras, el crecimiento del sector transnacional depende, en gran parte, del dominio que tenga sobre el Estado-Nación para transferir ingresos a su favor.
Actualmente sobran en la Argentina ejemplos de mecanismos extorsivos a través de los cuales el sector globalizado pretende redistribuir el ingreso y la propiedad a su favor. En algunos casos a través del poder de mercado fijando sobreprecios, en otros presionando al gobierno para que le asigne recursos públicos con la amenaza de despidos masivos. Otra demostración de poder se refleja en el fallo a favor de los fondos buitre en EE UU y los movimientos desestabilizadores del mercado de cambios domésticos para forzar la devaluación, desvalorizar el peso y con ello los salarios y el ingreso del sector nacional. Frente a este escenario, el sector no globalizado, que es la gran mayoría de la población, vuelve a estar bajo la presión de fortalecer el Ser Nacional para resistir los embates globalizantes que empujan a la exclusión social


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